Capitulo
1: ALGO DE PSICOLOGIA
a. El niño se
diferencia mal de su medio:
El egocentrismo infantil
Se
trata, pues, de concientizar al niño frente a su medio, permitirle conocerlo
para dominarlo. Pero ¿De qué niño se trata? ¿Cuáles son sus reacciones
esenciales frente al mundo? ¿Sabrá adaptarse? ¿Cómo? Esas preguntas nos imponen
hacer un breve resumen de la psicología del niño en edad escolar.
El
hecho esencial que toda acción educativa debe tener primordialmente en cuenta
es que el niño percibe su medio en forma confusa.
Si
el adulto suele estar perfectamente consciente de su propia existencia frente al
mundo que lo rodea (hombres y cosas), si, por consiguiente se distingue con
toda claridad de lo que no pertenece a su individualidad, no sucede lo mismo
con el niño- Recordemos una pequeña experiencia citada muchas veces: un niño de
dos años y medio, miembro de una familia de tres varones y dos niñas, respondió
a una pregunta del psicólogo que tenia “dos hermanas, y tres hermanos”. ¿Qué
había sucedido? Por de pronto, ese niño solo concebía el total de hijos de la
familia, y no era capaz de verse independientemente de los demás. Y decir:
“tengo dos hermanos y dos hermanas” habría implicado en él la toma de
conciencia de que era diferente de los demás. A esa edad, tal actitud resulta
aún difícil, y más tarde aparece en forma gradual; se va desarrollando todo el
tiempo que el niño pasa en la escuela elemental, y es esto lo que aquí nos
interesa.
Entonces
¿qué observamos en la escuela elemental? Todas las percepciones del mundo que
tiene el niño, todos los (primeros) juicios que emite al respecto, estarán marcados
por su personalidad, llevarán su propia impronta. Esta comprobación no tiene
aquí el mismo significado que tendría si se tratara de un adulto. En última
instancia, el niño que habla, que se expresa, sólo habla de sí mismo, sólo
expresa a sí mismo. Al describirse, describe el mundo, y viceversa.
Veremos
numerosos y claros ejemplos de ese egocentrismo infantil que durante mucho
tiempo falsea su visión de las cosas y los hombres. Tomemos, por ahora, un
célebre ejemplo de un niño no menos célebre, el “Jean- Christophe” de Romain
Rolland, consciente de su conocimiento del alma humana- infantil- Romain
Rolland describe como sigue esa confusión en que se halla, desde sus primeros
meses, el héroe de su novela:
“…Y
en ese caos, la luz de los ojos amigos que le sonríen, la oleada de alegría
que, desde cuerpo de la madre…, le inunda la carne, la fuerza que habita en él
y que, enorme e inconsciente, se acumula el océano hirviente que ruge en la
estrecha prisión de ese cuerpecito de niño. Quien supiera leer en él, varía
mundos envueltos en la sombra, nebulosas que se organizan, un universo
naciente. Su ser no tiene límites. Él es todo lo que existe…”
A
nosotros, maestros, nos resulta fácil comprobar ese hecho en las clases, si
pedimos a los niños- sobre todo a los más pequeños, del curso preparatorio, por
ejemplo- que se sitúen exactamente en el lugar del fotógrafo que hizo el
retrato fijado en el pizarrón. Esto implica una verdadera dificultad para el
alumno, porque le pedimos que se ponga en el punto de vista de otro, a él que
no es capaz de abandonar su propio y único punto de vista frente a las cosas.
No
nos confundamos; el egocentrismo no tiene nada que ver con el egoísmo ni menos
aún con el egotismo. El egoísmo suele originarse en un cálculo interesado que
conscientemente lo encauza todo hacia sí mismo. El egotismo es el resultado de
un verdadero culto del propio ser en una forma muy intelectualizada y que, por
lo tanto, se da ante todo en el adulto. El egocentrismo es algo muy diferente:
“
El egocentrismo infantil es un fenómeno de cognición… En su origen no lo es ni
de conciencia… y ni siquiera de comportamiento social u otro…, sino una especie
de ilusión óptica, inconsciente y generalizada”.
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