jueves, 11 de diciembre de 2014

"El niño conquista el medio". HANNOUN, Hubert,Buenos Aires; Kapelusz, 1977

Capitulo 1: ALGO DE PSICOLOGIA

a. El niño se diferencia mal de su medio:
    El egocentrismo infantil

Se trata, pues, de concientizar al niño frente a su medio, permitirle conocerlo para dominarlo. Pero ¿De qué niño se trata? ¿Cuáles son sus reacciones esenciales frente al mundo? ¿Sabrá adaptarse? ¿Cómo? Esas preguntas nos imponen hacer un breve resumen de la psicología del niño en edad escolar.

El hecho esencial que toda acción educativa debe tener primordialmente en cuenta es que el niño percibe su medio en forma confusa.

Si el adulto suele estar perfectamente consciente de su propia existencia frente al mundo que lo rodea (hombres y cosas), si, por consiguiente se distingue con toda claridad de lo que no pertenece a su individualidad, no sucede lo mismo con el niño- Recordemos una pequeña experiencia citada muchas veces: un niño de dos años y medio, miembro de una familia de tres varones y dos niñas, respondió a una pregunta del psicólogo que tenia “dos hermanas, y tres hermanos”. ¿Qué había sucedido? Por de pronto, ese niño solo concebía el total de hijos de la familia, y no era capaz de verse independientemente de los demás. Y decir: “tengo dos hermanos y dos hermanas” habría implicado en él la toma de conciencia de que era diferente de los demás. A esa edad, tal actitud resulta aún difícil, y más tarde aparece en forma gradual; se va desarrollando todo el tiempo que el niño pasa en la escuela elemental, y es esto lo que aquí nos interesa.

Entonces ¿qué observamos en la escuela elemental? Todas las percepciones del mundo que tiene el niño, todos los (primeros) juicios que emite al respecto, estarán marcados por su personalidad, llevarán su propia impronta. Esta comprobación no tiene aquí el mismo significado que tendría si se tratara de un adulto. En última instancia, el niño que habla, que se expresa, sólo habla de sí mismo, sólo expresa a sí mismo. Al describirse, describe el mundo, y viceversa.
Veremos numerosos y claros ejemplos de ese egocentrismo infantil que durante mucho tiempo falsea su visión de las cosas y los hombres. Tomemos, por ahora, un célebre ejemplo de un niño no menos célebre, el “Jean- Christophe” de Romain Rolland, consciente de su conocimiento del alma humana- infantil- Romain Rolland describe como sigue esa confusión en que se halla, desde sus primeros meses, el héroe de su novela:

            “…Y en ese caos, la luz de los ojos amigos que le sonríen, la oleada de alegría que, desde cuerpo de la madre…, le inunda la carne, la fuerza que habita en él y que, enorme e inconsciente, se acumula el océano hirviente que ruge en la estrecha prisión de ese cuerpecito de niño. Quien supiera leer en él, varía mundos envueltos en la sombra, nebulosas que se organizan, un universo naciente. Su ser no tiene límites. Él es todo lo que existe…”

A nosotros, maestros, nos resulta fácil comprobar ese hecho en las clases, si pedimos a los niños- sobre todo a los más pequeños, del curso preparatorio, por ejemplo- que se sitúen exactamente en el lugar del fotógrafo que hizo el retrato fijado en el pizarrón. Esto implica una verdadera dificultad para el alumno, porque le pedimos que se ponga en el punto de vista de otro, a él que no es capaz de abandonar su propio y único punto de vista frente a las cosas.
No nos confundamos; el egocentrismo no tiene nada que ver con el egoísmo ni menos aún con el egotismo. El egoísmo suele originarse en un cálculo interesado que conscientemente lo encauza todo hacia sí mismo. El egotismo es el resultado de un verdadero culto del propio ser en una forma muy intelectualizada y que, por lo tanto, se da ante todo en el adulto. El egocentrismo es algo muy diferente:

“ El egocentrismo infantil es un fenómeno de cognición… En su origen no lo es ni de conciencia… y ni siquiera de comportamiento social u otro…, sino una especie de ilusión óptica, inconsciente y generalizada”. 

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