El 22 de abril de 1819 el Congreso cumplió con uno de sus
objetivos principales: la sanción de una Constitución. Aunque en líneas
generales el texto responde a lo establecido en el Reglamento Provisorio de 1817,
hubo algunas novedades. Por ejemplo, se creó un Congreso bicameral integrado
por una Cámara de Diputados que representaba a las provincias, y otra de
Senadores representantes de la Nación. Es decir, exactamente al revés a como
quedó establecido por la Constitución de 1853. La Carta Magna tenía un carácter
marcadamente aristocrático y corporativo ya que en el Senado, por ejemplo se
previó la incorporación de tres militares de alta graduación, un obispo, tres
eclesiásticos, un senador por cada universidad y el director saliente del
Estado. Este último era elegido por ambas cámaras reunidas en asamblea. La
Constitución fue jurada el 25 de mayo de ese año por las provincias que
participaban del Congreso, pero nunca llegó a tener aplicación efectiva. En
efecto, el triunfo de los caudillos López y Ramírez el 1 de febrero de 1820 en
la batalla de Cepeda frente a las tropas directoriales dirigidas por José
Rondeau, significó la disolución del Congreso y la nulidad del texto
constitucional.
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